Un vendedor callejero, un reto simple y dos objetos comunes:
Un limón y una moneda.
Quien lograra meter la moneda dentro del limón, se llevaba 50 €, pero había trampa. Y eso era parte del plan.
Lo que parecía un simple juego, terminó siendo una acción de marketing emocional que se volvió viral.
1. No era un reto. Era una estrategia.
Las personas lo intentaban, se reían, fallaban… y sobre todo, grababan.
El reto se convertía en contenido, el contenido se convertía en viralidad, y todo eso atraía más público al puesto.
Una idea divertida + un buen gancho visual = marketing compartible.
2. Cuando el juego se convierte en publicidad
Nadie hablaba del producto, nadie mencionaba precios. La gente simplemente quería vivir la experiencia y al vivirla, difundían la marca sin saberlo.
Esto es lo que se llama marketing emocional indirecto, funciona porque no interrumpe, atrae.
3. ¿Qué podemos aprender de esta idea?
- No necesitas grandes presupuestos.
- Solo necesitas algo que active emoción y participación.
- Si es grabable, es compartible.
- Si es compartible, puede volverse viral.
Esto es especialmente potente si tienes un negocio físico, un foodtruck, una tienda o un puesto en feria.
Crea un reto, una experiencia, un “ven y prueba”.
Haz que tus clientes no solo compren… sino que también quieran compartirlo.
Conclusión:
Un limón, una moneda… y 50 € que nunca se iban, pero sí dejaban algo: Clientes, contenido, recuerdo y ventas.
Las grandes ideas no necesitan ser caras, solo necesitan estrategia.
